Oltra ataca de nuevo. Algo huele mal…
Pilar Aguilar. Analista de ficción audiovisual y crítica de cine. Licenciada en Ciencias Cinematográficas y Audiovisuales por la Universidad Denis Diderot de París. Lee el blog de cine de Pilar Aguilar: http://pilaraguilarcine.blogspot.com.es
Leyendo las declaraciones de Mónica Oltra (diario Levante del 03.08.2017) sobre “maternidad de sustitución” (linda metáfora), empiezo a pensar dos cosas muy feas:
1 – Que Oltra politiquea. O sea, practica ese deporte siempre tan odioso y particularmente execrable en boca de quienes detentan cargos de responsabilidad: enredar con palabrerío para que parezca que dice una cosa cuando en realidad está diciendo otra.
Comienza con un canto poético a la vida que “se comparte, se disfruta, se padece, se ríe o se llora. La vida siempre se da y a veces, algunos se creen con derecho a quitarla. Pero, definitivamente, la vida no se subroga”.
¡Oh, qué bonito! ¿y quién no estaría de acuerdo? ¿quién?
Acto seguido pasa a los ejemplos. Mejor dicho, pasa al ejemplo, ese que siempre se saca a colación para defender los vientres de alquiler: hermana que quiere gestar para su hermana (variante: mejor amiga para su mejor amiga). Yo no conozco ningún caso, pero, dado que todo el mundo los cita, debe haber cientos de miles de hermanas y mejores amigas estériles cuyas hermanas y mejores amigas están deseando gestar para ellas.
Oltra apela inmediatamente al registro emocional. Dice: ¿Debemos impedirlo? Su hermana será la madre. Ella la tía. Su hermana cumpliría su deseo de maternidad. Ella su deseo de ayudar a su hermana”.
¿A qué dan ganas de sacar el pañuelo y ponerse a llorar de emoción? Parece una peli americana de las de sobremesa siestera: imaginamos -con fondo musical apropiado, por supuesto- a la madre y a la tía (sea quien sea cada cual), al padre (¿?), a los abuelos (a ellos sí les da igual quien haya parido, son los abuelos) en torno a ese bebé, mirándolo ilusionados, risueños, conmovidos…
Y yo pregunto ¿para qué necesitan una ley? Basta con declarar como padre de la criatura al marido (o pareja) de su hermana/amiga del alma. Y que delegue la guardia y custodia. Y ya.
¿Qué tu hermana infértil no tiene pareja pero anhela dejar sus genes sobre la tierra? ¡Vaya, por dios! La cosa se complica… Pues nada, te embarazas, pares y le das el hijo. Vale, legalmente será tuyo pero ¿y qué? ¿te vas a poner tiquismiquis por un papel?
Y compara Oltra dar un riñón y dar un bebé (¡toma castaña la jurista!). O sea, dar un trozo de ti es como dar una persona. Olvida que el bebé, jurídicamente hablando, no es tu pertenencia. Es persona y sujeto de derechos. Mira tú qué pena más grande que la ley no permita regalar niños…
Y sigue impertérrita: He conocido mujeres que se sintieron tan bien durante el embarazo que dicen que les encantaría tener otro embarazo si no fuera porque no quieren tener más hijos y su proyecto de maternidad está cerrado.
Como los seres humanos somos tan variados, no me atrevo a afirmar que no haya mujeres que se embarazarían, parirían y regalarían los bebés no por dinero, ni siquiera por altruismo si no por placer, por puro egoísmo, vaya. Me pregunto, sin embargo, cuántas son, qué dato estadístico maneja la Consejera (dado su cargo, no hablará así, al buen tuntún, digo yo).
Y sigue Oltra con una afirmación totalmente incongruente porque corta de raíz todo el debate sobre los vientre de alquiler: “partamos de la base de que la maternidad y paternidad en el siglo XXI tiene más que ver con la voluntad de serlo y menos con un hecho biológico, hecho que además, a diferencia de hace unos siglos, ahora podemos controlar y determinar”. ¡Bravo! Yo también pienso que tienen más que ver con la voluntad de serlo y menos con un hecho biológico. En consecuencia ¿para qué quieren vientres de alquiler? Que adopten y punto.
La inefable Oltra (a estas alturas no me queda más remedio que llamarla inefable), ignorando el aserto que ella misma acaba de hacer, sigue con su argumentario fantástico/novelesco/especulativo. Empieza con un hipotético “Si…” e imagina un mundo donde las mujeres -esas que disfrutan estando embarazadas- acuden a una entidad pública para ser seleccionadas y evaluadas. Esas mujeres han de tener posibles económicos para vivir desahogadamente sin trabajar o han de tener trabajos estupendos cuyos jefes no ponen pega alguna cuando sus empleadas se quedan embarazadas. La misma entidad pública evalúa también a la persona o personas receptoras (¡receptoras, ojo!) para comprobar que existe esterilidad o infertilidad, que son idóneas y que tienen un nivel socio-económico adecuado, etc. Y, por supuesto, la embarazada tiene derecho a abortar. Todo este delirio tan “realista”-donde solo faltan los unicornios- no me lo invento yo, lo dice textualmente Mónica Oltra.
Aunque donde se ve realmente lo que esconden parrafadas tan idílicas y tan adornadas es cuando Oltra empieza a hablar de “indemnización”. ¿Pero no quedamos en que esas mujeres lo hacían por el placer de sentirse embarazadas o por el amor hacia su hermana? ¿Encima de lo bien que se lo pasan gestando o amando hay que indemnizarlas?
Claro que, rápidamente, Oltra obvia tan espinoso asunto y vuelve a los “buenos sentimientos”. ¿Sabéis cuál es la finalidad de todo esto? Acabar con la explotación de mujeres en el resto del mundo (con el paro que hay en España, para qué irnos por ahí a explotar extranjeras… añado yo).
Y ¿cuál creéis que es el argumentazo final, el broche de oro, el que no puede faltar? Pues sí, lo habéis adivinado: ¡la libertad de las mujeres para decidir sobre sí mismas! Esa sacrosanta libertad a la que se apela indefectiblemente para defender la prostitución y los vientres de alquiler. A saber: nuestra libertad para disponer que otros dispongan de nuestro cuerpo…
¿Principios éticos superiores? ¿derechos humanos? Pero ¡qué decís! La libertad de comprar y vender y punto.
Y acaba Oltra en una apoteosis de palabrería poético-sentimental-retórico-sórica: La vida se da. Siempre. Créanme, que de esto las mujeres sabemos un rato.
¿Ganas de vomitar? Os comprendo…
Esta mezcla de oportunismo y falta de rigor es la que me lleva a pensar la segunda cosa fea sobre Oltra:
2 – Que se hizo nombrar Consejera de Igualdad y Política Inclusiva de la Comunidad Valenciana para dinamitar desde dentro. O sea, como si alguien que negara el cambio climático se hiciera nombrar Consejer@ de medio ambiente.
Porque no estamos ante una mindunguis que larga lo que le parece en un programa barato de TV. No. Estamos ante la Consejera de Igualdad y Política Inclusiva. De ella no se espera eso de “sé que a algunas les encanta estar embarazadas” o “sé de otras que querrían gestar para su hermana”. Se esperan argumentos políticos y fundamentos sociales. Se esperan datos. Que diga, por ejemplo, qué porcentaje de las mujeres que gestan para otros lo hace para su hermana o por el gusto de estar embarazada.
O se espera un comentario sobre el bajísimo índice de natalidad que hay en España. Que no se debe a que las mujeres en edad fértil no “quieran dar esa cosa tan bonita que es la vida y de la que nosotras sabemos un rato” sino a que las condiciones para gestar y criar una criatura son extremadamente difíciles.
¡Ay, Oltra, qué dolor! Sí, qué dolor para tanta gente que confió en ti. Todos los servicios sociales de la Generalitat Valenciana relacionados con las mujeres están privatizados. L@s trabajadores de esos servicios en precariedad alarmante (hasta el defensor del Pueblo Valenciano en su último estudio recomienda mejorar las condiciones del personal). Y tú, cada vez que hablas, es para demostrar que no te tomas la molestia de preparar los dossiers, ni de escuchar a las asociaciones feministas de tu Comunidad.
Artículo original: Tribuna Feminista