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Sindicalismo revolucionario hoy: clase global y acción integral


Manifestación obrera. Avenida 9 de Octubre, Puerto de Sagunto (1926)

De un año a esta parte se está celebrando un debate animado por intelectuales y activistas sobre el estado del sindicalismo revolucionario. Me gustaría dar mi visión como trabajador y activista en el Puerto de Sagunto, apoyándome en mis experiencias y memoria colectiva. Espero que esta reflexión sea de utilidad en otras realidades locales o comarcales y que encaje en una cosmovisión más diversa.

Seré directo, hoy en día el sindicalismo revolucionario no existe. La derrota sufrida por la clase obrera industrial en los años 80 del siglo pasado, la globalización capitalista y la hegemonía cultural del neoliberalismo, junto con las reestructuraciones de la producción y reproducción del capital mediante la introducción de nuevas tecnologías, disolvieron el sujeto colectivo que anteriormente denominábamos “Clase Obrera”.

Pero como en todo naufragio algo se salva. Por ejemplo, tras el cierre de Altos Hornos del Mediterráneo en 1984, y gracias a la lucha de la plantilla y la ciudadanía, el tejido industrial no desapareció del Camp de Morvedre. De tal forma la CGT está siendo capaz de introducir el sindicalismo combativo, con todas las contradicciones que presenta el marco legal LOLS, en las principales plantas de producción en funcionamiento (ArcelorMittal, Pilkington, Ferrodisa, Baux), además de constituir nuevas secciones sindicales en grandes empresas de servicios a la producción (Daorje), en la estiba (Sesasa) y en los remolcadores del muelle (Remolques del Mediterráneo).

Partiendo de esta base sindical y con la experiencia adquirida por los más jóvenes y algunos veteranos del sindicato en los movimientos sociales (Antiglobalización, 15M, Cooperativas, etc.), hemos entrado en contacto con los sectores más desprotegidos de la sociedad y con intelectuales de las clases medias que nos han aproximado nuevas realidades y herramientas de análisis. Esta unión dialéctica entre juventud y experiencia podría convertirse en el catalizador del relevo sindical, y no solo en líneas generacionales, sino fundamentalmente en la compresión de las nuevas condiciones objetivas y sociopolíticas que nos rodean, que son las que nos sirven para conectar con la realidad cotidiana e intervenir en ella con éxito. De esta forma podríamos plantearnos la constitución de un nuevo sujeto revolucionario.

1º de mayo. Avenida 9 de octubre, Puerto de Sagunto (2014)

Tenemos que ser capaces de imaginar la nueva clase obrera. Pienso que ésta tendrá en sus inicios unos cimientos industriales, pero no de carácter hegemonizador sino para ofrecer la experiencia acumulada de la lucha de clases. Ciertamente "la nueva clase" puede poseer una ideología confusa y contradictoria en un inicio, pero su proceso de gestación y desarrollo se podría basar en una ética de claro carácter anticapitalista, antipatriarcal, ecológica y libertaria. La lucha en los barrios por la cultura y las condiciones de vida será el enganche con la clase trabajadora metropolitana surgida de las reestructuraciones neoliberales, que ya está emprendiendo procesos de autoorganización (Las Kellys, Sindicato de Manteros) o se organiza alrededor del sindicalismo combativo (Telemarketing, Startups). Los espacios serán muy celosos de su autonomía y la confederación, como unidad de iguales, tomará sentido.

La nueva clase trabajadora será global. Si el capitalismo colonizó todos los aspectos de la vida, mercantilizando y extrayendo plus de valor y de goce de ella, habrá que combatir de forma integral al capital, en todos los frentes que nos sean posibles. La experiencia nos muestra que allí donde hay opresión existe una fuerza liberadora, aunque ésta solo esté presente como potencial. El capital se ha reforzado con otras opresiones existentes: estatismo, patriarcado, productivismo, etc. por lo que el nuevo sujeto no surgirá del obrero industrial, sino del mestizaje de éste con las mujeres y las personas migrantes, desclasadas, precarias, desempleadas a perpetuidad... una nueva clase que nos devuelva el deseo y la iniciativa para transformar de forma racional lo que nos rodea en vez de consumirlo hasta la extinción. Obviamente todo esto significa una ruptura con el sindicalismo revolucionario clásico y el abandono de los que alguna vez fueron principios inamovibles pero que hoy solo son dogmas sin sentido.

Desde el Camp de Morvedre intentaremos aportar nuestro granito de arena a la edificación de este sindicalismo revolucionario global participando y constituyendo iniciativas de carácter cultural, feminista, cooperativista desde una perspectiva de clase, junto a la acción sindical combativa en las empresas.


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