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La industria y el Camp de Morvedre


Industria en el Camp de Morvedre: sostenibilidad y reparto de la riqueza

Durante el presente año se está conmemorando el centenario de la fundación de la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo. Entre fastos oficiales y actos partidarios parece existir un cierto consenso estético sobre cuales fueron los efectos positivos de la industrialización del Puerto de Sagunto: progreso e identidad. Consenso que CGT Camp de Morvedre comparte.

En lo que parece que la CGT se queda en solitario o muy aislada es a la hora de diagnosticar los efectos negativos y, aún más, en las soluciones que proponemos para éstos. Podría empezar recordando que la opresión de clase que sufrimos las familias trabajadoras no ha sido superada en nuestro tejido industrial, pero comenzare por las cuestiones territoriales y ecológicas que nos afectan a todas las personas que vivimos en el Camp de Morvedre.

Sostenibilidad

Los movimientos ecologistas llevan tiempo alertando sobre las nefastas consecuencias del incremento de las emisiones de CO2. Emisiones que cada año se superan en el Estado español, estando el Puerto de Sagunto a la cabeza en el País Valenciano.

Las heridas que produce la extracción de materias primas en la Sierra de La Calderona o las zonas costeras invadidas por materiales de desecho son más que evidentes.

No debería ser difícil de entender que, en más de 100 años de actividades industriales en nuestra comarca, los efectos negativos han llegado a tal punto de acumulación que si no transformamos el actual modelo industrial con criterios sostenibles y ecológicos, nuestra salud, el territorio, la fauna y flora y el futuro del Camp de Morvedre en sí están gravemente comprometidos.

El problema es tan grave que el cierre de alguna instalación en particular, como cabeza de turco, no serviría para paliar apenas la situación. Si no adquirimos una profunda conciencia ecológica, que ponga por encima la interrelación con el territorio y sus seres vivos frente a los intereses económicos de una minoría, la sociedad civil no podrá acometer la tarea transformadora. Tampoco podemos confiar en las esclerosadas instituciones del Régimen del 78, hipotecadas por las puertas giratorias entre consejos de administración de las grandes corporaciones y los sillones ministeriales, puedan resolver coherentemente la situación. Por lo cual deberá ser la sociedad civil, cambiando sus hábitos cotidianos de consumo, la que podrá iniciar mediante la demanda de productos sostenibles, una nueva industria ecológica en el Camp de Morvedre.

Reparto de la riqueza

Pero en el hipotético caso de que el capitalismo fuera capaz de reeditar el modelo económico basado en la producción y consumo de masas, en esta ocasión de forma sostenible y ecológica, tendría asociado la extracción de plusvalía de la fuerza de trabajo por parte de el capital. Es decir, el capitalismo verde se basa en la más que conocida opresión de clase que sufrimos las familias trabajadoras y que las reformas neoliberales han acrecentado en los últimos años. Esta vieja conocida se entrelaza con otras opresiones existentes como el patriarcado o el racismo, haciendo aún más injusta la existencia para muchas vecinas que, además de trabajar, tienen que soportar la violencia machista o actitudes xenófobas.

Si las instituciones del postfranquismo demuestran un alarmante carácter antidemocrático, en el ámbito laboral la democracia es inexistente. La Ley orgánica que “regula” las libertades sindicales en el Reino de España fue aprobada en 1977, por lo tanto es preconstitucional. Las posteriores reformas que sufrió la LOLS siempre fueron de condición regresiva para los intereses de la clase obrera: algo que hemos sufrido en nuestras propias carnes con el cierre de AHM y más recientemente el de BOSAL, la precarización del trabajo en GALMED o la persecución sindical que CGT Camp de Morvedre está padeciendo en el Grupo Daorje.

Por lo cual, el nuevo modelo industrial también ha de preocuparse por las cuestiones sociales, siendo el reparto de la riqueza que producimos con esfuerzo colectivo, la democratización del ámbito laboral y el rechazo a cualquier tipo de opresión sus objetivos principales. Una vez más necesitaremos de una conciencia de clase y cívica a la altura de los retos que nos presenta el mantenimiento de la industria en el Camp de Morvedre.


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